Hace dos días, en mi país, se celebró un nuevo aniversario de nuestra independencia como nación.
Es curioso, pero todos estos días en los que estuve tan ausente de las redes sociales, uno de los temas que más estuve trabajando internamente fue precisamente este, nuestra independencia y nuestra libertad.
Luego de mi relato del ataque al hígado y de como conocí un hospital australiano, a los 17 días de estar en este país… (abro paréntesis para agradecer todos los hermosos mensajes que recibí de familia y amigos en esos días…¡¡eternas gracias!!… sepan que sus mensajitos con linda energía realmente llegaron 😊) días después comencé a no sentirme muy bien desde lo anímico.
Sentía que ya se había cumplido mi tiempo en esa hermosa isla y que tenía que moverme a conocer otro lugar, pero…¿Cuál?
Esta segunda parte del viaje, no esta planificada. Desde Argentina, solo me arme un itinerario para los primeros 15 días. Creo que quizás, por ese motivo, cuando mi “MODO VACACIONES” quedo en OFF, ahí comenzó otro tipo de viaje, mas bien… ahí comenzó el verdadero viaje.
El domingo 30 de Junio, después de un hermoso día de playa, jugando con las olas, caminando por unos senderos de bosques preciosos, decido que mi próximo destino va a ser NOOSA. No tenía mucha información, pero parecía ser un lugar muy tranquilo, muchos lo describían como un pueblito pesquero con lindas playas y un parque nacional inmenso donde había mucho para conocer.
El lunes temprano arranque mi camino. Un colectivo, un ferry, otro colectivo, un tren, otro tren, un tercer colectivo y luego otro,
me dejaron en mi destino. Luego de 7 hs de viaje, donde mi cansancio era notable, llegue al hostel que había reservado.
Un horror.
Algo me decía que solo tenía que reservar por una noche. ¡¡¿Tantas horas para esto?!!
El lugar parecía una especie de caseron viejo, con muchas mini casitas, un patio interno, un mix entre una onda chill con hindú, con hippie, que se yo.
Llego a mi habitación y había miles de cosas tiradas en el suelo, entre las valijas de quienes debían ser mis compañeras, había ropa, zapatillas y hasta bolsas de comida.
Tenía solo 1% de batería y cerca de mi cama no había enchufe para cargador.
Colapso.
Me dirijo a la recepción y le digo a la australiana que me había dado la bienvenida hacía minutos, que no quiero estar ahí, que el hostel no era lo que esperaba, que no hay enchufe, que no puede ser que tenga que pagar 10 dólares para que me den una frazada. Quiero irme.
Lo cierto es que el hostel no estaba tan mal, la habitación no era tan horrorosa, los 10 dolares al final te los devolvían cuando les regresabas la frazada y lo peor de todo, el enchufe estaba… yo no lo había visto. (Así que a los ojos de la recepcionista, yo estaba algo loca…)
No sabía cual era el el problema. Ni yo podía ponerlo en palabras.
No me iban a devolver el dinero, así que la mejor opción era quedarme ahí por lo que quedaba del día y mañana ir a otro lugar que me gustara mas.
Cuando mis compañeras de habitación llegaron, internamente me sentí de lo peor.
Se trataba de dos chicas alemanas, una de 18 y otra de 20 años. Era el primer viaje que hacían solas, sin sus respectivas familias y era la primera vez en todo su viaje por Australia que compartían la habitación con alguien mas. Empezamos a hablar, escuche sus historias de como todo esto les estaba resultando una increíble aventura y me dijeron que era un placer conocerme y compartir habitación con alguien de otro país y que yo les resultaba muy agradable por todo lo que les contaba.
Ellas felices de conocerme, de hecho hasta cocinamos juntas y me compartieron su comida y yo que hacía horas, estaba renegando de lo desordenadas que eran y que no iba a quedarme en ese hostel ni un día mas.
Al otro día tome mi valija y me fui a otro lugar.
Legue a mi nuevo alojamiento. Este si, era el hostel que quería :) :) :)
Las instalaciones eran modernas, amplias, una vibra hermosa. Así que deje mis cosas, feliz de mi sabia decisión de cambio y me fui a pasear.
Cuando volví de la hermosa playa de Sunshine Beach, vi un cartel en la recepción de que estaban buscando gente para su staff.
Luego de mi última experiencia en la isla, la realidad es que estaba un poco asustada en volver a pasar por otra entrevista laboral, pero así y todo decidí animarme y le pregunté a la mujer en la recepción, la cual debo decir parecía muy estricta y exigente si podía considerarme para la vacante.
La mujer, colorada, de unos 40 y largos cuyos ojos verdes eran increíbles me sonrío. Para mi sorpresa, ella fue de lo mejor. Me ofreció un voluntariado en el hostel, donde me cubrían el alojamiento y algunas comidas a cambio de mi trabajo algunos días de la semana por dos o tres horas ayudando con la limpieza y con el armado de las camas en el lugar.
Les juro que salí FELIZ. En ese mismo instante, sentí a todo el Universo escuchándome.
Hacía días estaba tan preocupada por todo este tema de la productividad, sintiendo que algo tenía que hacer, que no sabía de que manera no gastar tanto dinero y ahí estaba la respuesta a mis pedidos, dándome exactamente todo aquello que había pedido y hasta mejor de lo que había esperado.
Mude mis cosas a la casa de staff. Al fin volvía a dormir en una cama normal después de tanto tiempo, nada de cuchetas, me dieron un placard con cajones para mis cosas y hasta un perchero. Al otro día comencé con el trabajo.
Nunca había trabajado en nada relacionado con la limpieza y la verdad es que fue una de las experiencias mas divertidas de mi vida laboral.
A las 9,15 hs se terminaba el horario del desayuno y había que comenzar a limpiar la cocina. Cuando eso ya estaba listo, vino la jefa de limpieza (otra mujer australiana que ame de lo linda que era y de como cantaba mientras hacía su trabajo) y me coloco en la espalda una especie de mochila aspiradora. Parecía la de los caza fantasmas. Aspiraba todas las áreas con ese aparato que lo amaba de lo divertido que era.
Cuando eso ya estaba listo, había que hacer camas, limpiar baños, mopear, en fin… todas esas cosas que les juro no se porque, pero en el mientras tanto estaba en esas horas yo hacía todo con una sonrisa. Estaba contenta. Me sentía productiva y formando parte de algo. Ya sea por el trabajo en equipo, no se, pero me gustaba.
También fue un super desafío, ya que era mi primer “trabajo” en otro país y donde mis jefas y compañeras hablaban en otro idioma, pero supere todos esos días y me sentí muy bien conmigo misma por todo lo que había logrado.
Por mas básico que sea limpiar, escuchar el “GOOD JOB” al terminar la jornada, era para mi todo un merito.
Sin embargo, cuando eso se terminaba y ya era libre para recorrer el lugar, yo volvía a sentirme no tan bien.
En el hostel, que ahora era mi casa y mi trabajo, muchas veces me sentía sola. Estaba lleno de gente y muchos de ellos eran mas que agradables, pero por primera vez en la vida experimente lo que cualquier viajero que se aventura a tierras donde no hablan su mismo idioma siente. Extrañaba hablar ESPAÑOL.
Amaba ver como progresaba mi manejo del inglés, ya hasta miraba series y soñaba en ese idioma, pero así y todo no había nadie que hablara mi lengua. Nadie con quien pudiera conectar realmente y hablar un mismo lenguaje.
Fue entonces, cuando me di cuenta, que si eso me estaba ocurriendo era porque algo había que entender de todo eso.
La vida y el viaje me estaban poniendo frente a un nuevo desafío.
¿ Y si quizás este no era un momento para hablar con el afuera?
Quizás este era un momento donde la única charla profunda que podía llegar a tener con alguien que hablara mi mismo idioma, era conmigo misma y para eso lo que necesitaba, era lo que la vida hoy me estaba dando. SILENCIO.