top of page

Vos, un incienso y la vida

Foto del escritor: Paula FariasPaula Farias

Encendés el incienso, y yo siento que una parte de vos me devuelve a la vida.

No sé si será el aroma de la resina o la magia de los aceites, pero esa combinación logra llevarme a otro tiempo.

A uno glorioso. Grandioso.

A uno donde puedo vernos a vos y a mí bailando como desquiciadas en ese cuarto, riéndonos a carcajadas.

Amando.

Agradeciendo.

Viviendo sin tener ningún tipo de miedo a nada.

Ni a la muerte.

Ni a la vida.

Ni al paso del tiempo.

Ni a la vejez.

Ni a la pobreza.

Ni a la oscuridad.

A nada.


¿Será que crecer es esto?

¿Darnos cuenta de que las personas que amamos, los tiempos que anhelamos y los lugares que dejamos no son más que parte de algo efímero y volátil?


El humo hace su adagio con el aire invisible que entra a mansalva por esos ventanales gigantescos, y siento que en su danza me recuerda respirar.

Inhalar.

Exhalar.

Que deje que ingrese y que después se vaya.

Que tome. Que suelte. Que deje entrar. Que deje salir.

Porque si no lo hago, me ahogo y me muero.


La tristeza es esa vieja que, cuando caminamos con ella, nos obliga a ir más despacio.

A detenernos, a observar con más atención. A decir menos. A escuchar más.

Yo ya no quiero estar triste.

Mucho menos enojada.

Porque me hace doler el pecho, el cuero y el alma.


Pero, sin que te diga nada, me dejás llorar.

Me dejás gritar.

No puedo ni hablar, pero vos no necesitás que yo pronuncie palabras ni que explique nada.

Me abrazás y acercás tu corazón al mío, para que ellos sí se escuchen.

Me mirás a los ojos y, con una sonrisa de paz, vas y encendés el incienso. Y yo siento que, de alguna manera, una parte de vos me devuelve la vida.

Como si en ese encuentro extraordinario entre el fuego y esos polvos mágicos tuyos, pudiera ver toda la luz que proviene de las estrellas, los cosmos y galaxias activando hechizos silenciosos de cura. De amor. De sanación. De redención.


Te miro y no puedo más que sonreír.

Sos una bruja. Lo sé. Siempre lo supe.

Desde chiquita.

Vos sabés que lo sé, pero ¿eso qué importa?


¿Quién dijo que las brujas eran malas?


Si desde que tengo memoria te he visto hacer milagros con tus manos.

Con tus rezos.

Con las velas que prendías a tus santos.

Con los ojeados que me curaste.

Con las insolaciones que me sacaste.

Con los bostezos que largaste.

Con tus menjunjes de ruda y romero.

Con tus sahumos de laurel.

Con tus baños de canela y miel.

Con tu mirada haciendo magia.

Con tu abrazo dando calor.


Con este incienso que encendés.

Con esta hermosa vida, que hoy siento que me devolvés.

 
 

Comments


Entradas relacionadas: 
bottom of page